La preparación de estos exámenes divide a los opositores en dos grupos: quienes se «enganchan» en exceso y quienes consideran suficiente preparación la mera explicación del profesor. Como casi siempre, en el término medio está la virtud.
La resolución de estos ejercicios no exige la misma concentración que el estudio de los temas teóricos. Por ser prácticos, captan antes y mejor la atención del estudiante. En escasos minutos puede avanzar en su solución, cosa que no ocurre con el estudio de los temas.
La fórmula del éxito consiste en preparar todos los días la clase. El aprendizaje de estas materias es lento, pero agradecido, ya que cada día aprenderás algo nuevo, que se suma a lo anterior.
El profesor le explicará los conceptos nuevos, ilustrándolos con ejemplos para que los entienda y los recuerde mejor. A continuación le mandará para trabajar en casa un supuesto práctico relacionado con lo explicado. Sin excepción, debe resolver esos ejercicios desde el primer día. En la clase del día siguiente se corregirá dicho ejercicio. Seguidamente, el profesor pasará a explicar un tema nuevo, en el que seguirá el mismo procedimiento...
Periódicamente, realizará casos que abarquen varios temas, para ir estructurando todo lo aprendido. El día del examen suelen caer varios casos de este estilo.
Por lo tanto, la preparación de estos ejercicios pivota entre las explicaciones en clase y la resolución en casa de situaciones similares a las explicadas.